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Demostrando la manera de tu escape
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Hay una luz en ti que el mundo no puede percibir. Y con sus ojos no la podrás ver, pues estás cegado por él. No obstante, tienes ojos con los que poder verla. Está ahí para que la contemples. No se puso en ti para que se mantuviese oculta de tu vista. Esta luz es un reflejo del pensamiento con el que practicamos ahora. Sentir el Amor de Dios dentro de ti es ver el mundo renovado, radiante de inocencia, lleno de esperanza y bendecido con perfecta caridad y amor.
¿Quién podría sentir temor en un mundo así? Dicho mundo te da la bienvenida, se regocija de que hayas venido y te canta alabanzas mientras te mantiene a salvo de cualquier peligro o dolor. Te ofrece un hogar cálido y tranquilo en el que permanecer por un tiempo. Te bendice a lo largo del día, y te cuida durante la noche, cual silencioso guardián de tu sueño santo. Ve en ti la salvación, y protege la luz que mora en ti, en la que ve la suya propia. Te ofrece sus flores y su nieve como muestra de agradecimiento por tu benevolencia.
Tener una idea no tiene nada que ver con la idea en sí. Con esto podemos ver cuán inmensa es la distancia entre los intentos de Hegel y Kierkegaard de definir el ser.
Aunque ambos parecen ser existencialistas, la diferencia entre sus raciocinios es la distancia exacta entre el caos y el orden (la iluminación). Existe una brecha entre la causa y el efecto de Hegel. Pocas mentes humanas aún pueden aceptar con certeza la verdad universal que TENER ES SER. Sin embargo, eso es precisamente lo que la iluminación es.
Finalmente, ésta es la única forma de que la muerte pueda despertar a la eternidad.