Llamas a la muerte y la invitas a entrar
Una experiencia dichosa de luz
Aquí entre nosotros, y hay muchos de los aquí presentes que ahora comparten conmigo mi resolución de que la vida tiene que ser algo más que venir aquí, envejecer y morir, están comenzando a disfrutar el triunfo, y si utilizamos el término que utilizó nuestro salvador, Jesús, se trata del triunfo sobre la muerte por medio de un cambio en la manera de pensar acerca de las asociaciones que tienen sobre de lo que piensan que son. Lo que yo te he ofrecido como mente iluminada es la posibilidad, al tu ser un factor de decisión con respecto a tu actual asociación, de poder decidir en este momento que no quieres morir.
Así que quedamos en mi convicción de la imposibilidad de la muerte. Y tú me preguntas, ¿Cómo sabes que no hay muerte?”. Y yo te contesto, “Sé que no hay muerte porque al tener la muerte conmigo siempre dondequiera que yo fuera, descubrí que necesitaba desafiarla con respecto al propósito que ésta tenía en mi vida. Cuando la reté para confirmar su propósito en mi vida, rehusó contestarme.
¿Intento hacer esto por un momento? La muerte es una situación imposible que ofrece una señal de cómo te sientes contigo mismo en la modalidad de muerte de la identidad corporal que va contigo y que de hecho es un factor de tu identidad espacio temporal. La llamamos, “forma obscura”, ¿no es así? En cierta medida tú representas la muerte. Y mientras te proteges de la obscuridad más extrema proclamando tu capacidad de enfrentarte a ella, la verdad del caso es que el ser capaz de oponerte a la muerte es lo que has utilizado para definir lo que eres. Y la prueba de ser capaz es claudicar ante ella.
¿Te parece bien? Yo voy un poco más allá, pero me gustaría que te dieras cuenta que esto es verdad para mí. ¿Por qué? Porque estoy mirándote ahora y me doy cuenta que tienes a la muerte al lado tuyo. Esto te va a dar un poco de miedo, ¿verdad? Porque la muerta está al lado tuyo. Porque todo lo que haces está asociado con la muerte.
Ahora, en el Curso de Milagros de nuestro maestro Jesús, hay una lección en particular, y voy a echarle un vistazo por un momento contigo. Es la lección fundamental 163. La cual dice, No hay muerte. El Hijo de Dios es libre. E inmediatamente continua diciendo: La muerte es un pensamiento que adopta muchas formas, entre ellas, enfermedad, tristeza, y dolor, las cuales no se reconocen como tal. De hecho, lo que te estoy expresando es acerca de tu asociación con lo que yo solía llamar el “hombre Iama”, aquella experiencia que teníamos cuando éramos chicos, en la que la muerte siempre nos acechaba por algún lado y siempre nos estábamos protegiendo de ella.
Lo que hizo que mi iluminación tuviera lugar fue sencillamente mi incapacidad de lidiar con mi asociación con la muerte y la admisión de que mi existencia teniendo como premisa la muerte fuera un intento fútil de evitar lo inevitable. Mi vida se tornó en algo fuera de control debido a mi deseo de encontrar un propósito para existir aquí. Pedí ayuda a algún poder mental que no tuviera que ver con mi asociación conceptual de muerte. Inmediatamente fui recompensado por un poder alterno de la mente que me aseguró que me estaba asociando con la temporalidad, que yo estaba definiendo mi vida como una forma que tenía un principio y un final, en el que cual yo podía existir en un continuo que iba a garantizar la muerte.
De manera que estoy aquí contigo, y te prometo que voy a representar la vida ante ti, si tú me lo permites. Y lo que voy a hacer tan solo por un momento, es que te voy a mirar y voy a invitarte a que vengas y te sientes aquí conmigo y a que traigas tus formas de muerte contigo.
La muerte está ahí contigo. ¿Estamos de acuerdo?
iHola Muerte!
Ahora, quiero que veas lo que acaba de suceder en mi mente. Yo no intenté protegerme de la asociación que tienes contigo mismo, la que me iba a demostrar tu capacidad de envejecer y morir, o la capacidad de mantenerte en la forma obscura. ¿Qué es lo que te pido que hagas en esta lección? Te pido que llames a la muerte y la invites a entrar. Es imposible que dentro de tu asociación ames la muerte, lo cual es realmente la idea de la vida eterna, y que no superes el miedo el cual será tu recompensa por amar la muerte, porque no va a funcionar. Tu existencia, aquí mismo en la forma obscura, es meramente una indicación de tu determinación a envejecer, enfermar y morir. Y eso no va a funcionar. La conversión que estoy a punto de ofrecerte te va a demostrar en un instante que la luz de Dios te rodea, y que el cuadro que tienes de la muerte se va a convertir instantáneamente en una realización dichosa y feliz al sentirte seguro de una identidad de perfección junto a tu Fuente Creadora.
Así que aquí te traigo un poco de muerte. ¿Qué vas a hacer con ella?
Ven, y siéntate aquí conmigo, muerte.
Ven y siéntate aquí al lado mío. Necesito ver qué es lo que tú representas.
Necesito observarte y empezar a practicar la lección que me ha dado mi salvador Jesucristo por medio de su resurrección la cual dice que eres una forma de existencia humana ridícula en la que ya no tengo intención de participar.
Mi decisión de no compartir contigo va a ser la decisión fundamental de no participar en el mundo, porque este mundo que tengo en mi mente representa toda mi necesidad de envejecer y morir, y éstas son las formas que yo protejo al demostrar mi condición humana.
Ahora, si yo invito a la muerte a entrar aquí conmigo, la muerte no sabe qué hacer. Literalmente, la muerte no sabe qué hacer porque su existencia depende de mi resistencia a ella. ¿Lo puedes ver? Es igual a la identidad del diablo la cual depende de que yo me oponga a él por medio del apoyo que le doy en mi asociación, la cual lo protege y lo proclama. No sé a dónde vamos con esto, pero sé que es verdad.
Cuando tuve mi experiencia de muerte, vi inmediatamente que la muerte no existía. Me sería imposible morir al no tener la asociación con la muerte que tú todavía puedes encontrar en tu correspondencia contigo mismo. El bello pasaje de San Pablo en el Nuevo Testamento en el que dice, “Yo muero a diario” lo sugiere… ¡Hola! Una nueva forma de luz acaba de entrar aquí. Pude reconocer inmediatamente que estamos compartiendo la vida en vez de la muerte. ¿Lo ves? Ahora, mira lo que acaba de pasar, si es que quieres entender. Al mirar a esa brillante asociación, nos reflejamos el Cristo en nosotros, lo cual es la vida eterna. Me dirigí a ti, que también formas parte de un producto de nuestras asociaciones contemporáneas y te ofrecí la vida que había recibido de esa asociación. Y tú la aceptaste. El que tú la aceptaras es la base de nuestra enseñanza de que por medio de Jesucristo, quien resucitó y está junto a ti en este momento, podemos compartir ese momento en el que nos damos cuenta por completo de que no existe ninguna muerte que se tenga que experimentar como la experiencia misma de muerte.
Literalmente, sería completamente imposible para ti llegar a conocerte sin una experiencia de muerte. Tal y como Jesús lo enseña, es volver a nacer. “¿Todavía no sabes que tienes que volver a nacer?” Volver a nacer es la experiencia de muerte y el darte cuenta que la muerte no existe. El tiempo duró tan solo un momento en tu mente, sin tener absolutamente ningún efecto sobre la vida. Lo que estás aceptando de mí, si quieres prestar atención, son momentos de vida-muerte. ¿Lo ves? Al no resistirte a la muerte, lo cual es tu compensación, lo que es tu mente conceptual, experimentas un momento de instante santo, un momento de una experiencia de la luz y el amor que brillan a tu alrededor.
De manera que aquí me tienes como respuesta a tu problema. Te estoy ofreciendo en este momento en el tiempo mi seguridad de que este mundo que crees habitar en tu sueño ya terminó y hace mucho tiempo que no está aquí. Y tu aceptación de esto dentro de la condición de consciencia en la que te encuentras va a ser el admitir que realmente quieres otra opción. Tú dices, “Necesito elegir otra vez. Me he equivocado con las decisiones que he estado tomado en cuanto a lo que soy. En este momento y lugar he decidido que voy a elegir nuevamente”. Lo que te estoy ofreciendo es mi certeza incondicional de que cuando yo escogí, cuando me enfrenté a la muerte y no pude finalmente lidiar con ella, mi experiencia de vida eterna también te incluyo a ti.
Tal y como nuestro maestro Jesús diría, la completa resurrección del dolor y la muerte representaría a cualquier mente singular volviendo a nacer al darse cuenta de su asociación divina con Dios, su Creador, y su reconocimiento de la continua expansión de la dicha y felicidad experimentada al llegar a ese reconocimiento. Estoy seguro de que puedo ofrecerte esta solución porque no hay mundo. Es imposible que tu aceptación inicial de la idea del valor de mi alternativa no aumente, porque tu sistema de valores ha estado basado en el uso de la muerte como protección, en vez de la liberación de ésta y la protección momentánea del Cristo que está comenzando a surgir en ti.
Fragmentos de
La gran inversión- Brillando por completo – Episodio IX
con el Maestro de Maestros de un Curso de Milagros